Rinomodelación sin cirugía
¿Para qué tipo de pacientes está indicada la técnica?
Pues para casi todos los pacientes que quieren conseguir mejoría en la forma de la nariz. La rinomodelación nos permite corregir el caballete o afinar el aspecto de la nariz, consiguiendo la armonía del rostro. También podemos eliminar pequeñas imperfecciones que se producen en la curvatura final de la nariz, levantar la punta e incluso corregir pequeñas desviaciones de la nariz. En muchas ocasiones acuden a la consulta pacientes que tienen pensado realizarse una rinoplastia quirúrgica a medio o largo plazo solo para poder simular el resultado de este tratamiento quirúrgico.
¿Es la rinomodelación un tratamiento seguro?
Su aplicación es una práctica segura cuando la realiza un profesional que tenga conocimiento de la anatomía facial y experiencia en la aplicación de ácido hialurónico o hidroxiapatita cálcica, que son ahora mismo los productos de elección para una rinomodelación sin cirugía. Son pocos los casos clínicos donde tenemos que ayudarnos con la aplicación de nuevos hilos tensores para poder conseguir mayor levantamiento de la punta nasal. Los efectos secundarios de una rinomodelación realizada n una buena praxis se pueden limitar a un leve edema de la nariz que desaparece unas horas después del tratamiento y a un pequeño hematoma que puede salir en los puntos de inyección.
¿Cómo se realiza la rinomodelación?
En la rinomodelación se utilizan sustancias de relleno reabsorbibles, es una intervención 100% ambulatoria, donde a través de unas pequeñas inyecciones corregimos las imperfecciones de la nariz. Teniendo en cuenta que la nariz es una zona de mayor sensibilidad, en mis clínicas siempre aplicamos dos tipos de anestesia para su realización, así, de esta forma, reducimos las molestias al 100%.
Al principio aplicamos al paciente una crema anestésica y una vez que ha hecho su efecto, en dos puntos clave para el tratamiento administramos una pequeña cantidad de anestesia local (ya imperceptible gracias a la anterior tópica). La rapidez del procedimiento, en el que normalmente se emplean 15 o 20 minutos, permite al paciente poder seguir con su rutina habitual justo al salir de la consulta.